La decisión del pueblo británico de abandonar la Unión Europea, el pasado 23 de junio ha supuesto un punto de inflexión en la historia del proyecto europeo de integración. Con una participación del 72,2%, la más alta desde las elecciones generales de 1992, un 51,9% de los votantes británicos se pronunció a favor de la salida.

Transcurrido prácticamente un mes desde la consulta británica, la incertidumbre continúa siendo el elemento definitorio de la escena político-institucional en Reino Unido y en la Unión Europea. Aunque la rápida sustitución de David Cameron por la que fue su Ministra del Interior, Theresa May, al frente del Partido Conservador y del Gobierno británico el 13 de julio, cerró uno de los principales episodios de la crisis abierta en el país anglosajón.

Por su parte, el resto de los 27 Estados miembros celebraron el pasado 29 de junio su primera reunión sin Reino Unido, e iniciaron un proceso de reflexión sobre el futuro de la Unión Europea admitiendo que buena parte de lo hecho hasta ahora ha provocado la desafección ciudadana.

La Presidencia eslovaca deberá afrontar un periodo excepcionalmente delicado del proceso europeo de integración, cuyos principales retos son abordar la respuesta al referéndum británico, la coordinación de las políticas migratorias, así como la puesta en marcha de una estrategia europea global basada en los pilares económicos de la UE: el mercado interior, la política comercial común y la zona euro.

Todo ello teniendo en cuenta que la unidad de los 27 está todavía maltrecha por la concatenación de crisis, agravadas ahora por, en primer lugar, el terrible atentado terrorista perpetrado en Niza el 14 de julio y, en segundo lugar, el golpe de estado fallido en Turquía de 15 de julio, cuyas consecuencias están todavía por ver.

Una coyuntura a la que, desde una perspectiva española, se añade la dilación en la formación de gobierno y el hecho de ser, junto con Portugal, el primer país objeto de una sanción por incumplimiento reiterado de los objetivos de déficit, cuando España debería haber aprovechado los vientos favorables que le brindaba la recuperación económica para haber superado ambos exámenes con nota, especialmente, habiendo reducido el gasto público.

Desde CEOE seguimos apostando, de manera inequívoca, por construir, entre todos, una Unión Europea más fuerte y más competitiva. Una Unión Europea capaz de ofrecer soluciones tangibles para afrontar en las mejores condiciones los desafíos globales que, como ciudadanos y empresas, tenemos: desde la seguridad y la inmigración, hasta el bienestar social y el desarrollo económico.