Primero Letonia y después Luxemburgo, han sido los Estados miembros encargados de dirigir las grandes líneas políticas de la Unión Europea (UE) en 2015. Que concentraron sus agendas en consolidar la recuperación económica, pero muy especialmente, el segundo, en hacer frente a acontecimientos sobrevenidos y de especial gravedad, como son el recrudecimiento de la crisis migratoria y los terribles atentados terroristas de París.

2015 ha significado para la UE, por un lado, la consolidación de la recuperación económica, alentada por factores como las acciones puestas en marcha por el Banco Central Europeo o los precios bajos del petróleo. Por otro lado, la concurrencia de los acontecimientos mencionados, han vuelto a poner de manifiesto la incapacidad de la Unión para reaccionar a las crisis ya sean económicas, institucionales o de simple funcionamiento.

Sin embargo, la UE no solo finalizó el año con el agravamiento de las amenazas externas a la seguridad. Desde que el Primer Ministro británico, David Cameron, lo confirmara el pasado mes de mayo, el referéndum británico sobre la posible salida de Reino Unido de la Unión ha planeado y planea como una sombra más en el proyecto europeo de integración.

Desde el pasado 1 de enero, Países Bajos ostenta la que es su duodécima Presidencia del Consejo de la UE, abriendo el quinto trío de Presidencias, formado por dicho país más Eslovaquia y Malta.

Los tres principios que guiarán el trabajo de Países Bajos son lograr una UE centrada en lo esencial, dirigida a la innovación como fuente de crecimiento y empleo y, más cercana a los ciudadanos para restablecer la confianza.

Los mismos se ven reflejados en los cuatro ámbitos prioritarios de acción de la Presidencia holandesa  que son, un enfoque global de la inmigración y la seguridad internacional, alcanzar una Europa como fuente de crecimiento y empleo innovadores, garantizar unas finanzas públicas sólidas en una zona euro fuerte y, una política de energía y cambio climático con visión de futuro.

La Unión Europea se encuentra en unos de sus momentos más delicados, con numerosos frentes abiertos. La recuperación económica no está consolidada, el déficit de competitividad no se ha subsanado y entre los factores de riesgo se encuentran, no solo la ralentización del crecimiento de las economías emergentes, como China y Brasil, sino también la inestabilidad a las puertas de la Unión Europea y sus consecuencias en términos de amenazas a la seguridad.

Con este escenario como telón de fondo, el programa de trabajo de la Presidencia holandesa refleja la necesidad de fortalecer la unidad y capacidad de acción de la Unión Europea y sus Estados miembros, lo cual es positivo. También lo es priorizar los asuntos a tratar en este primer semestre del año.

Desde una perspectiva empresarial, destacamos la necesidad de, entre otras cuestiones de restablecer la confianza en la UE para afrontar el reto de fortalecer su economía y la Unión Económica y Monetaria, profundizar en la integración del mercado interior europeo, particularmente en su dimensión digital, sobre la base de los principios de la mejora de la legislación, poner en marcha la Unión de la Energía, previendo una reforma equilibrada del sistema europeo de comercios de derechos de emisión, impulsar la movilidad laboral, centrándose en la aplicación de la Directiva de aplicación sobre desplazamiento de trabajadores, sin proponer una nueva y avanzar en las negociaciones comerciales abiertas y asegurar que cualquier decisión sobre la concesión del estatuto de economía de mercado a China se toma sobre la base de una evaluación de impacto rigurosa, tiene en cuenta los posicionamientos de la OMC y asegura el mantenimiento de unos instrumentos de defensa comercial eficaces.