En el primer trimestre del año, el crecimiento ganó dinamismo, en términos trimestrales, en Japón (0,4%) y en la Eurozona (0,5%), mientras que en Estados Unidos (0,2%) el PIB creció menos de lo esperado. Entre las economías emergentes, destaca la profunda crisis de la economía brasileña y la recesión que aún continúa en Rusia, aunque con síntomas de mejora, en contraste con los elevados ritmos de crecimiento de China, a pesar de la desaceleración de la actividad en este país, y de India.

Con este contexto, en junio la OCDE ha revisado a la baja sus previsiones para el crecimiento mundial, tal como han hecho en los últimos meses tanto el FMI como la Comisión Europea. En sus nuevas previsiones, el PIB mundial aumentará un 3% en 2016, igual ritmo que en 2015, y sólo mostrará una ligera mejoría en 2017 donde llegará al 3,3%. Por tanto, ocho años después de la crisis financiera la recuperación continúa siendo débil, con crecimientos modestos de las economías avanzadas y con muchas economías emergentes que han perdido dinamismo e incluso algunas se encuentran en recesión, especialmente entre los productores de materias primas.

Estas previsiones siguen estando rodeadas de elevada incertidumbre, ya que si bien el crecimiento de muchas economías sigue favorecido por políticas monetarias laxas y por los bajos precios de las materias primas, persisten numerosos riesgos, como la incertidumbre derivada de la situación futura de Reino Unido dentro de la Unión Europea.

En su informe, la OCDE señala que las políticas monetarias expansivas no son suficientes por sí solas para incrementar el ritmo de crecimiento mundial, por lo que recomienda favorecer la inversión pública en aquellos países que tengan capacidad fiscal para hacerlo, y para la mayoría de los países aconseja que redirijan el gasto público hacia políticas favorecedoras del crecimiento. También, destaca la necesidad de seguir con procesos de reformas estructurales que mejoren la productividad, favorezcan la creación de empleo y la integración.

En cuanto al precio del petróleo, en mayo ha continuado su tendencia alcista hasta los 46,8 $/barril de promedio, el mayor valor desde octubre de 2015, con niveles próximos a los 50 $/barril en los últimos días del mes. El descenso de los inventarios en Estados Unidos y los cortes de suministro en diferentes países como Canadá, Libia, Kuwait o Nigeria han influido en el incremento del precio del crudo. No obstante, aún continúa estando casi un 27% por debajo de los precios registrados hace un año. Por otro lado, el repunte de los precios influyó en que en la reunión de la OPEP de junio no se alcanzase ningún acuerdo para limitar la producción de petróleo, situación que algunos países miembros han criticado, al considerar que el aumento de la cotización del crudo se debe a factores transitorios.