Según los datos publicados recientemente por el Banco de España, en el primer trimestre de este año, el volumen de depósitos de clientes en entidades de crédito y establecimientos financieros de crédito han ascendido a 1.185.863 millones de euros en España y se ha situado en 26.917 millones de euros en Canarias, registrando una caída de los depósitos en nuestra Comunidad Autónoma de 21 millones de euros en los tres primeros meses del año.

No obstante, si comparamos las cifras con las registradas en el primer trimestre del año anterior, podemos observar un aumento de los depósitos en 2.106 millones de euros en Canarias. Y es que desde comienzos del año 2015 hemos asistido a un repunte de los depósitos.

Por su parte, en cuanto al nivel de crédito tanto de la Administración Pública como del sector privado asciende a 1.297.131 y 36.591 millones de euros a nivel nacional y Canarias, respectivamente, cifrándose una reducción de los créditos vivos en nuestra región en el último trimestre de 333 millones de euros (-0,90%) y 9.265 (-0,71%) en el conjunto del territorio nacional. Una reducción que resulta más intensa si la comparamos con el nivel de crédito vivo registrado en el primer trimestre del año anterior con caídas porcentuales del 4,51% en Canarias y del 2,74% en el conjunto del Estado.

Y es que con una coyuntura de tipos de interés del euro que en el primer trimestre se situó en el 0%, apoyados por la orientación expansiva de la política monetaria del BCE y con el Euribor, índice al que se referencian la mayoría de hipotecas en nuestro país,  en el primer trimestre en un -0,11%, todavía seguimos asistiendo al proceso de desapalancamiento de la economía canaria.

El menor crecimiento del crédito se explica en buena medida porque la demanda de crédito de empresas y familias se sigue reduciendo, y es que aunque la inercia del crecimiento económico es intensa y las condiciones de acceso al crédito han mejorado de forma significativa, variables como la inestabilidad política internacional, la incertidumbre empresarial ante posibles cambios legislativos de tipo mercantil, fiscal o legal y la falta de agilidad en la puesta en marcha de reformas estructurales, pueden frenar la confianza inversora.

En definitiva, para el tejido empresarial de nuestra región es necesario contar un escenario que a través de una financiación fluida y un entorno económico proclive a los negocios permita consolidar la recuperación económica en términos de crecimiento y empleo.