Durante el año 2015, según los datos de Contabilidad Regional publicados por el INE, el PIB de Canarias ha registrado un incremento interanual del 2,8%, ascendiendo en valores absolutos a los 42.317 millones de euros.

Esta favorable evolución de nuestro PIB desde el año 2014, evidencia la recuperación de nuestra economía, máxime si tenemos en cuenta las previsiones para el año 2016 publicadas por esta Confederación que sitúan el crecimiento en nuestro archipiélago en un 3,3% augurando un mejor año que el observado en 2015, fruto, tanto de la buena marcha del sector turístico, principal motor de nuestra economía, como por factores externos que han incidido de manera favorable a esta evolución.

Estamos ante la recuperación de una crisis, que lastró profundamente el desarrollo económico y social de nuestra región, dejando importantes caídas en el PIB, como la del 4% en el año 2009, y el al 2% en el año 2012, y que supuso que hasta el año 2015 no alcanzáramos los niveles de PIB previos a la mima.

Si tenemos en cuenta la evolución de nuestro PIB con respecto al observado a nivel nacional, podemos ver que desde el año 2013 ya hemos comenzado a recuperar el peso de nuestra economía en la del conjunto del Estado, e incluso, ha provocado que en el año 2015 el PIB de nuestra región representara el 3,9% del total y estuviera por encima del peso del año 2007 que se cifraba en un 3,8%.

Si abordamos la evolución por sectores, pese al avance registrado en el último año, son las actividades de servicios, donde se engloban, entre otras, el comercio, el transporte y almacenamiento, hostelería y actividades inmobiliarias, las que han logrado recuperarse tras la crisis, principalmente por el importante efecto arrastre del turismo en el archipiélago.

Sin embargo frente a la mejoría observada, y como ya hemos adelantado en numerosos documentos, debemos seguir apostando por medidas de fomento de la actividad económica, que impulsen una legislación que facilite el desarrollo de la misma y que promuevan la diversificación de nuestro tejido productivo, incentivando, tanto los sectores tradicionales como emergentes, para consolidar este crecimiento y alcanzar una economía sólida no tan dependiente de factores externos.