El año que finaliza ha sido el de la recuperación económica, registrando de nuevo ritmos de crecimiento de la actividad y del empleo elevados, al tiempo que las condiciones financieras se normalizaban y aumentaba la inversión exterior. La mejora de la actividad se está trasladando a todos los sectores y las expectativas de empresas y familias son más optimistas.

La recuperación de la economía española se ha visto apoyada desde finales de 2014 y a lo largo de todo 2015 por una serie de factores de carácter temporal que han permitido alcanzar un elevado crecimiento. Estos factores, son unos tipos de interés históricamente bajos que permiten impulsar el crédito, la caída del precio del petróleo que mantiene la inflación muy contenida, la depreciación del euro que favorece las exportaciones y un mayor crecimiento de las economías de nuestro entorno.

En espera de los datos oficiales que no saldrán hasta el mes de febrero, parece que el crecimiento de la economía española en 2015 será en torno al 3,2%. La información disponible apunta un crecimiento del cuarto trimestre similar al del tercero en un contexto de mejora de las expectativas de empresas y familias, creación de empleo, inflación en mínimos y mejora del acceso a la financiación y de las condiciones financieras.

La mayor parte de los factores que han apoyado el dinamismo de la economía española durante el último año, continuarán influyendo, pero en la mayoría perderán su efecto a lo largo de 2016 y 2017, por lo que las perspectivas para el próximo bienio podrían no ser tan positivas, ya que a la desaparición de estos shocks positivos se une la persistencia de circunstancias que reducen el potencial de crecimiento de la economía española como la elevada tasa de paro o el elevado nivel de endeudamiento público y privado.

CEOE mantiene sus estimaciones del PIB para la economía española, con un aumento del 3,2% en 2015, mientras que en 2016 el crecimiento podría moderarse levemente hasta el 2,7%. En consecuencia, España crecerá más que la media de la Eurozona, ampliando de nuevo su diferencial positivo en este periodo.

El comportamiento de la demanda interna ha sorprendido al alza durante 2015. El consumo privado concluirá el año con tasas del 3% como consecuencia de la mejora del mercado laboral, el aumento de la renta disponible por la caída de la inflación y la reforma fiscal. Por su parte, la inversión ha tenido una evolución muy positiva en sus dos componentes. Así, al dinamismo de los bienes de equipo por la mejora de las condiciones financieras y de la confianza, se ha sumado la recuperación de la construcción, sobre todo el componente de obra civil.

El sector exterior restará crecimiento al PIB en 2015, aunque en menor magnitud que en 2014. Las exportaciones acelerarán levemente su ritmo de crecimiento apoyadas en la depreciación del euro y la recuperación de la Eurozona. Por su parte, las importaciones han repuntado con fuerza, tanto en los componentes de servicios como de bienes, y obtendrán un crecimiento en el entorno del 7% en 2015.

Un patrón de crecimiento similar se mantendrá en 2016, pero con un avance de la demanda interna más moderado y con una aportación de la demanda externa que podría ser neutral. La desaceleración del PIB en 2016 viene explicada por el agotamiento paulatino de aquellos factores que impulsaron la actividad en 2015.

Por último, tanto las previsiones de inflación como del deflactor del PIB, indican la ausencia de presiones inflacionistas en 2015, que volverá a situarse en tasas negativas en media anual (-0,5%). En 2016, la inflación será positiva, pero con un crecimiento que se situará por debajo del 1%. En este escenario se contempla que el precio del petróleo se estabilice en el entorno de 50 dólares/barril y no se produzcan subidas impositivas.