El pasado 14 de septiembre, la Comisión Europea adoptó una Comunicación confirmando la ampliación hasta 2020, y la capacidad de financiación de hasta 500.000 millones de euros, del Fondo Europeo de Inversiones Estratégicas (FEIE), adoptado en junio de 2015. En esta segunda fase del FEIE, que comenzará una vez se adopte la propuesta de Reglamento al respecto, la Comisión plantea prestar una especial atención a proyectos sostenibles y transfronterizos, vinculándolos con los acuerdos sobre lucha contra el cambio climático. Además, la Comisión propone dar mayor prioridad a la asistencia técnica local, la microfinanciación y una mejor combinación de las solicitudes de financiación del FEIE con otras fuentes de financiación europeas, como los Fondos Estructurales y de Inversión Europeos.

En la misma Comunicación en la que presentó la extensión del FEIE, la Comisión anunció la puesta en marcha de un nuevo Plan Europeo de Inversión Exterior, destinado a fomentar la inversión en África y en los países vecinos de la UE.

Dicho plan estará dotado de 3.350 millones de euros del presupuesto europeo y del Fondo Europeo de Desarrollo, pero se calcula que si los Estados miembros y otros socios contribuyen al mismo, el importe total podría alcanzar los 88.000 millones de euros. El mismo constará de tres pilares complementarios, que son la combinación de los instrumentos existentes de inversión con una nueva garantía dentro del nuevo Fondo Europeo de Desarrollo Sostenible (FEDS), una mayor asistencia técnica para ayudar a las empresas y autoridades públicas a preparar y promover mejor los proyectos e inversiones y la mejora del entorno empresarial.

Cabe destacar que, dado que todavía se trata de una propuesta, muchos de sus parámetros están todavía por definir. En este sentido, el proyecto de Reglamento por el que se regula el FEDS determina las líneas generales de actuación, así como los futuros órganos de gobierno o instrumentos de gestión del Fondo. No obstante, el proyecto de reglamento mantiene por determinar múltiples términos, siendo el más importante las denominadas “ventanas de inversión”, es decir, las áreas sectoriales o geográficas de inversión específicas que serán susceptibles de configurar el plan.

Desde una perspectiva empresarial, el nuevo Plan de Inversión Exterior va en la buena dirección, aunque su complejidad, así como el calendario previsto de aplicación (dado que ha de ser adoptada por el Parlamento Europeo y el Consejo), son los principales retos a superar para la obtención de resultados.

Por lo que se refiere a la citada ampliación del Fondo Europeo de Inversiones Estratégicas, tanto en plazo como en capacidad de financiación, la misma es positiva. Ahora bien, la Comisión Europea no logrará el objetivo deseado de aumentar la inversión a menos que acelere la integración del mercado interior europeo, sobre la base de una simplificación y mejora del entorno reglamentario, que proporcione la necesaria predictibilidad y seguridad jurídica.